"Roomba" ¡Estate quieta! ¡No seas pesada!
Este "monstruo" de Cuétara lleva ya varios años, varias campañas, explotando el estereotipo del infante inocente a la vez que simpático y rebelde, mezclando genialmente una apariencia de cereal-animal y gamberro (un poco menos ahora, que no lleva ya el culo al aire, sino unos calzoncillos. ¿Tiempos de corrección política?).
Pero no ha sido esto lo que me ha llamado la atención. Más allá de que es el monstruo más "monstruoso" y ficticio de los seres que le acompañan, puesto que los otros son más semejantes a otros animales, de lo que no queda ninguna duda es que es de naturaleza orgánica. Por contra, cuando el cereal cae al suelo, "la Roomba" se activa para aspirarlo y cumple con su objetivo fundamental, que es limpiar y se lo ¿come? Pero no tenemos ninguna duda de que esta es una máquina; no tiene alma, no está viva.
Otro paréntesis. Lo llamo Roomba siendo perfectamente consciente de que es una marca comercial (no, no me pagan 😄 ) y que rigurosamente debería escribir el "Robot aspirador". Si no lo hago es porque esta marca es la que ha popularizado dichos robots, y en el imaginario colectivo es más reconocible. De hecho en YouTube tenéis que poner Roomba junto a la marca si queréis localizarlo fácilmente. Veremos quien gana la batalla por el concepto definitorio.
Vuelvo a la idea principal. Un ser vivo, aunque sea un monstruo, peleando con una máquina. En versión reducida y simple, el hombre contra el monstruo, contra el extraterrestre, contra el robot o contra la tecnología.
Pero hay que ir un poco más allá. Creo que los señores de Cuétara se equivocan. "La Roomba" (sí le pongo el artículo delante para otorgarle unicidad) ya no es algo completamente inanimado. No sé en vuestras casas, pero en la mía, dado que se mueve aparentemente de forma libre/caótica, aparenta tener voluntad y como tal merece reprimendas por golpear los muebles. Además embiste nuestros pies de forma reiterada sin obedecer a nuestras órdenes y se traga objetos de diversa índole... Por ello ha alcanzado casi el status de mascota, por cierto, la única que tenemos. Si el gran Aristóteles nos visitara y se topara con dicho artefacto, a pesar de su apariencia artificial, por poseer sensibilidad (tiene sensores) y movimiento, difícilmente no la calificaría como ser animado, es decir con alma, y por tanto vivo, en algunos de sus elementos definitorios incluso por encima de las plantas.
Imagino las caras de sorpresa para quien no "conviva" con uno de estos aparatos. ¡Es ir demasiado lejos! Es posible. Ni siquiera son comparables a nuestras mascotas animales. Aunque estas comparten la sensación y el movimiento son capaces de ofrecernos llamémoslo cariño, amor; es decir, tienen emociones y estas máquinas no. No sé cuanta responsabilidad tiene el señor "Disney" en esta antropomorfización de los animales, pero admito que hay diferencia. No obstante quizá es lo único que les falta a estos protorobots para alcanzar un status ontológico cualitativamente diferente ¿vivo? ¿humano? ¿autónomo? ¿consciente?
El spot termina con mister Choco Flakes, tras vencer a la máquina, preguntándole a la Roomba ¿Aspirabas a más? Pues claro que aspiraba a más, sigue aspirando a más, a una inteligencia ¿Pronto? Estad atentos. Suele suceder: incluso los cambios más radicales no son fácilmente reconocibles en su presente.
Comentarios
Publicar un comentario