¿PIENSO Y ACTÚO?



Esta vez no se trata solo de un spot, sino de toda una campaña, que lleva ya un tiempo y  aún continúa. Se trata del empeño de Yoigo de difundir el "emprendimiento social", una mezcla entre la idea de emprendedor, crear tu propia empresa, pero que al mismo tiempo los beneficios redunden en toda la sociedad. Una idea que socialmente debería tener mucho tirón.
Muy atractivo también desde el ámbito de la filosofía es el slogan principal de la campaña: "Pienso, luego actúo". Tres palabras que son una clara referencia a una de las sentencias filosóficas más conocidas de Descartes: "Pienso, luego existo", aunque con un significado dislocado que para el que escribe alude a otra sentencia no menos conocida y trascendente de Marx. Bien es verdad que no es obvio que los creativos responsables la tuvieran en mente, pero seguro que compartían algunas ideas comunes. Me refiero a la expresión: "Hasta ahora los filósofos se han dedicado a interpretar el mundo, ahora se trata de transformarlo".  A saber, no vale solo con pensar; hay que actuar. Y son coherentes, ya que Yoigo ofrece diferentes posibilidades para hacerlo: donar, comprar productos, difundir, convertirte en voluntario...
Por supuesto no defiende cualquier tipo de acciones. Se sobreentiende que está fomentando comportamientos socialmente muy valorados; valgan algunos ejemplos: el cuidado de mayores, el reciclaje, la igualdad de oportunidades, la educación, la integración de discapacitados... 
La pregunta que como consumidores críticos de publicidad tenemos que hacernos es la siguiente: ¿Qué relación existe entre este tipo de publicidad y una empresa dedicada a la telefonía móvil? ¿Cómo llegar desde esta campaña a que te decidas por contratar sus servicios? Pues como en buena parte de la publicidad actual no hay una conexión directa. Se trata de asociar la marca a una serie de valores; conectar emocionalmente con el cliente para que opte por ella. Convertirte en su cliente porque eso te hace sentir bien. 
Puestos a analizarlo ¿Qué hay de malo en ello? Si ofrece un buen servicio ¿Por qué no elegirlos frente a la competencia? Sería bonito que el resto compitiera también por representar estos valores y quien sabe si eso redundaría en mejoras sociales. De hecho hay otras campañas similares. 
Ahora bien, sometámoslo a un análisis racional, al menos para destapar motivos ocultos. 
Un primer análisis lo podemos hacer desde una ética materialista, utilitarista, en la que si el fin perseguido promueve objetivos que producen felicidad, ha de ser admisible. Siendo el objetivo, el fin aparente, fomentar comportamientos valiosos socialmente, encajaría con esta ética.  
No tan rápido. Detengámonos un momento. Quizá se nos haya colado una confusión entre medios y fines.  En realidad las personas estamos siendo utilizadas,  ya que nos convertimos en instrumentos. Se nos ofrece bienestar emocional para alcanzar el verdadero fin que es convertirnos en clientes, es decir, ganar dinero.  Tampoco esto parece perverso inicialmente, pero puede llegar a serlo.
Más claro se ve desde la óptica de una ética deontológica, basada en el deber, en la buena voluntad, una ética como la kantiana. Se basa esta en obrar siguiendo el  imperativo categórico: compórtate de tal forma que tu comportamiento pudiera ser una ley universal.  Utilizar a los demás como medios no parece una buena idea. ¿Se intuye ahora el camino a la perversión? Es más, Kant insiste en que si se actúa buscando una recompensa clara, en este caso ganar clientes y por tanto dinero, no puede ser calificada como una acción moral o de buena voluntad. Por algo se califica a esta postura como "rigorismo" kantiano. 
Lo sé, suena entre ridícula y ofensiva esta defensa del deber moral en tiempos caracterizados por el beneficio y el placer a partes iguales.  
Leía estos días un par de artículos que sugerían un  "ayuno de felicidad"; abstenernos de conductas que nos den un subidón de placer para recuperarnos a nosotros mismos: alejarnos de la tecnología, rebajar nuestros encuentros sociales, abandonar el deporte... Suena casi a retiro monacal, aunque a diferencia de Kant, no hay esperanza. 
Menuda motivación.😶Afuera también llueve y hace frío.

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