Mercedes quiere conocerte, pero Sócrates te quiere


  Parecía que no, pero ha sido visualizar este spot y se ha producido un flechazo...filosófico. El slogan no puede ser más claro, lo cual implica que no hay duda alguna de que debe ser algo positivo: "Te conoce mejor que nadie". Y a continuación, para finalizar: "Clase E. Con experiencia personal digitalizada". 
A Sócrates, el que pasa por ser uno de los primero filósofos y en particular el padre de la ética, se le atribuye la sentencia "Conócete a ti mismo" bien es verdad que estaba escrita en el Santuario de Delfos. Pero eso no le quita valor, pues es una máxima que desarrolla y plenifica para dar sentido a su teoría ética.  Y no es fácil conocerse a uno mismo, teniendo en cuenta la multitud de propuestas que se nos han dado a lo largo de la historia, y que hoy sigue siendo un consejo radical.
Pero mira por dónde, un coche; mejor dicho "tu" coche, te puede conocer mejor que nadie. Me atrevo a decir incluso que tú mismo, puesto que tu "experiencia personal ha sido digitalizada" que suena a utopía futurista. Y me lo creo. Supongo que el coche ha recopilado datos de los desplazamientos en coche de la chica y con ayuda de una IA es capaz de saber cuál es nuestro restaurante favorito, a dónde nos gusta ir de fiesta, nuestro centro de estética...No lo dudo. Seguro que acierta. Nos conoce mejor que nadie, quiero decir conoce nuestros gustos, qué consumimos y por tanto "dónde ir" para consumir, que en realidad es para lo que sirve un coche: para desplazarnos. La crítica obvia que seguiría sería el peligro que supone que un algoritmo al servicio de una empresa, que no se nos olvide nunca, conozca esos datos. Pero voy a ir por otro lado, por el significado del conocimiento de uno mismo.
Por supuesto siempre se puede aducir que es el debido al contexto, pero identificar tus hábitos de consumo, aunque estén asociados a tus preferencias, con conocerte no puede ser más superficial. ¿Por qué entonces la equivalencia? La publicidad refleja nuestro tiempo.
 Se juntan varios elementos. Por un lado vivimos acosados por estímulos que buscan provocar emociones intensas, que antes o después nos llevan a consumir. Por otro lado no parece haber nada más interesante, nada que nos haga más felices que la gratificación cuanto más intensa e inmediata mejor. Comparando, la propuesta de Sócrates, de la filosofía en general, no puede ser más aburrida y desmotivadora. Conocerse a uno mismo; virtudes y defectos, habilidades y perfecciones, pero también torpezas y vilezas no es atractivo. Si acaso las perfecciones. Para eso tenemos las redes sociales, el complemento perfecto que a diferencia del espejo de la madrastra de Blancanieves nunca te va a decir que hay alguien más guapo. Por eso cuando, sin buscarlo, te topas con una frustración, por mínima que sea, se muestra el vacío, el hastío vital.
Como alternativa, el conocimiento y el inseparable cuidado de uno mismo, tema al que me ha llevado la próxima edición de la Olimpiada filosófica, tema para mí, lo reconozco, bastante desconocido.  
Hojeando el artículo "Foucault y el cuidado de sí mismo: una posibilidad para la gestión humana" el autor habla de lo que hoy podríamos llamar una "caja de herramientas" para reparar y construir el yo que denomina "Tecnologías del yo": silencio, escucha, meditación, retiro, técnicas muchas de ellas provenientes de los clásicos. 
Paréntesis. No penséis que vais a conseguir mucho más y de forma más barata con las técnicas que propone el oportunismo del "Mindfulness" pretendiendo que es un gran descubrimiento.😁
Abrumados como vivimos por las irresistibles circunstancias de la realidad contemporánea no nos percatamos de toda la riqueza, dimensiones y profundidad del yo, de lo que significa ser humano. El cuidado del yo puede ayudarnos a lidiar con el vacío y/o la insatisfacción vital que nos absorbe. Y aunque no consigamos una satisfacción plena, aunque no logremos una curación superior, el esfuerzo por intentarlo habrá dotado de sentido a eso que llamamos vida.  Y en ese cuidado propio se manifestará  la inevitabilidad del cuidado de los demás; un cuidado del otro, real, no propagandístico.
Gran acierto de la Olimpiada, no solo por necesidad ética y política; posiblemente también antropológica o incluso metafísica, a contracorriente en estos días en que el mundo parece girar en sentido contrario.  

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