BIENESTAR ANIMAL Y CUCHARITAS, MALESTAR HUMANO.

 Hoy la cosa va de animalitos.


 Creo que ya en alguna de las entradas anteriores me he referido a este asunto, aunque solo de pasada; ahora voy a profundizar bastante, aunque la superficie puede ser suficiente.

Se trata del status que otorgamos a las mascotas o animales de compañía y por extensión a los animales para lo cual vamos a partir de una marca de alimentos para mascotas.

Si bien sigue habiendo diferentes sensibilidades acerca de su significado para el ser humano, viendo el trato que reciben en esta campaña publicitaria, y en la mayoría de ellas, no cabe duda de que son protagonistas de nuestras vidas, hasta el punto de que a veces es difícil distinguir si no estamos tratando con un semejante.

Dicho así puede parecer una barbaridad...depende en parte de la edad que tengas👵. Espero que con lo que leáis a continuación no os parezca una reflexión tan descabellada. Es más, podría ser una sensibilidad mayoritaria, ya que los creativos son expertos en detectarlas pues es la mejor forma de conectar emocionalmente con el cliente. 

Esta comida para mascotas plantea que despertar, correr, jugar y llegar a casa son actividades cotidianas mejores si tenemos un gato o un perro en representación de los "mejores amigos" de los seres humanos. Y como hacen nuestra vida mejor, los publicistas tocan nuestra fibra sensible al plantearnos una vida mejor para ellos también, gracias a una alimentación más sana y más sabrosa.

Lo sorprendente, y quizás inadvertido, es que subrepticiamente en el spot a menudo se confunde si se habla de la vida mejor para la mascota o para la persona. De hecho el slogan final es "Por una vida mejor".  Si bien lo evidente es que se habla de una vida mejor para el gato, en la medida en que el gato tiene una vida mejor el dueño también tendrá una vida mejor...como hemos señalado.

Pero no se trata sólo de que queramos una vida mejor para nuestro gato, que por supuesto es razonable e incluso exigible. Lo interesante es a qué altura ontológica situamos al gato o dicho de forma más simple: ¿qué es para mí mi gato (mascota)? Aún más directo; en términos ético-políticos: ¿Es algo comparable a una persona?¿Es sujeto de derechos? Y si es así ¿Cuántos y cuáles?

Hago un paréntesis por si alguien estuviera pensando que este tratamiento que se les otorga es solo una exageración de la marca o como mucho de las empresas dedicadas a los animales. 


Sí. No habéis visto mal. Entre los diversas "cucharitas" que aparecen hay una de una chica con un perrazo, un "pastor alemán". 😦 Pero es que en versiones posteriores de este mismo spot, haced un esfuerzo y buscadlo, la banda sonora dice algo así como "mucho amor y poco sexo..."; Eso sí, el pastor alemán ya ha desaparecido: ¿Demasiada provocación? ¿Puede existir amor por un animal? ¿De qué tipo?

Os propongo un dilema ético para una tarde de terraza con los amigos, o para una aburrida tarde de lluvia...  Plantead la siguiente situación: Hacéis una salida al campo en plan aventura. Tu mascota y una persona están en peligro. Da mucho juego la siguiente variación: si la persona es conocida o desconocida.  ¿A quién salvaríais? No sé si os sorprenderá, pero da mucho que pensar, sobre todo si hay varias generaciones involucradas. El hecho de que la persona sea un desconocido despeja muchas dudas. Entre las nuevas generaciones no pocos salvarían a la mascota. Una muestra, desde mi punto de vista bastante cuestionable, aquí. Y a tenor de esta noticia de hace un tiempo no parecen ser pocos ya que el gobierno británico se vio presionado por no facilitar la evacuación de doscientos perros y gatos en las prisas por evacuar Afganistán aunque no se dice nada de otras muchas personas que allí quedaron.  ¿Tienen los animales nacionalidad? 

Dejemos el experimento y entremos en un análisis ético racional.  Me valdré del imperativo categórico kantiano más o menos adaptado: "Compórtate de tal forma que tu forma de actuar se pudiera convertir en una ley universal" que parece bastante racional. En realidad no es más que un ejercicio de empatía o de altruismo; ponerse en el lugar del otro. Y parece razonable que en esas condiciones remontándonos de nuevo al experimento lo que elegiríamos sería salvar al ser humano, más que nada porque si me pusiera en su lugar me gustaría que me salvasen antes que a la mascota. ¿Y qué pasa con la mascota? Pues en principio parece que simplemente su mente no alcanza tal posibilidad.... al menos por lo que sabemos hasta ahora. 

Frans de Waal, eminente psicólogo y etólogo, y no es el único, enfatizaría el "hasta ahora". Admite que no entendemos bien como sienten y razonan los animales, pero apuesta por ello. De hecho, desde que Darwin situó al ser humano como un animal más, cada vez es más difícil encontrar diferencias sustanciales con los más afines a nosotros, mamíferos y sobre todo primates.  Así Peter Singer , destacado filósofo del campo de la ética, no duda en otorgarles casi tantos derechos como a los seres humanos. En la peli "Una razón brillante", recomendable por varias razones, en una escena, tras haber bebido un poco, el profesor Mazard se sorprende y dice no entender por qué una mujer recoge una caca de perro...No sé que le contestarían ambos al rudo profesor... ¿Vosotros le entendéis o no?

A estas alturas es necesaria una breve reseña sobre el trato que han tenido y deben tener los animales y en particular los domésticos, dentro de los cuáles habría que situar a las mascotas. 

De forma muy escueta,  en Occidente, ha predominado su consideración de útiles, poco más que herramientas a disposición del ser humano cuando no objeto de caza, en contraste con el ser humano hecho a imagen de Dios. Antes, Aristóteles, clarividente en muchas cuestiones, ponía los animales a nuestro servicio: a los salvajes, para ser cazados, vestirnos con su piel y obtener útiles de ellos; a los domésticos además de como alimento, para utilizarlos en el trabajo. Desde otra perspectiva, la Biblia, a pesar de algún texto contradictorio, parece ir en la misma dirección...Y podríamos seguir. (No entro aquí a valorar el status "cuasi religioso" que en algunas culturas, sobre todo antiguas y más hacia Oriente, han tenido algunos de ellos, como los gatos en el antiguo Egipto, porque si bien es relevante creo que exige una consideración diferente).

Si esto es así, al margen de este uso que hemos hecho y hacemos de ellos, una nueva sensibilidad y/o quizás un nuevo uso ha surgido en los últimos tiempos; desconozco que esta actitud haya existido o al menos haya sido reseñable hasta ahora al menos en Occidente: el animal de compañía, una variedad ¿cualitativamente diferente del animal doméstico?



Y aquí es dónde me asalta la duda. Vaya por delante que no soy vegetariano ni practicante de cualquiera de sus versiones; tampoco creo que sea posible que el ser humano pueda sobrevivir sin la "ayuda" animal. Pero sí creo que merecen dignidad y respeto. Admito el cinismo de mi postura; no tanto la hipocresía.

Los animales domésticos no han evolucionado exactamente de forma "natural". Ha sido el ser humano el que los ha seleccionado para satisfacer sus necesidades, intereses, gustos e incluso modas.  Tomemos como ejemplo el perro. Las diferentes razas o variaciones, que se remontarían hasta un antepasado similar a un lobo, llegan hasta aquellas que buscan (por citar un caso de muchos) a los de piel más arrugada😦, olvidando los problemas de salud que eso les plantea así como otros efectos secundarios producto de la selección "natural-artificial" a lo largo de varios siglos de cruces; no sé qué tiempo sobreviviría un Shar-Pei sin el cuidado de un humano. 


¿A dónde quiero llegar? Quizá los animales, algunos de ellos, mamíferos "superiores", delfines, pero también otros como pulpos, cuervos... tengan cierta capacidad de pensar y no dudo que sienten, y que sufren, aunque parece que de forma cualitativamente diferente y menos compleja y sofisticada que un "Homo sapiens sapiens". Y por ello efectivamente merecen respeto y dignidad. En España hace ya algunos años se consideran seres "sintientes", prácticamente miembros de la familia cuando hay un divorcio de por medio. Estos días ha entrado en vigor, no sin controversia,  la ley de bienestar animal. Como siempre no es mi intención pronunciarme políticamente. Voy más allá. Lo que es incuestionable es que se han convertido en centro del debate social y su consideración ha cambiado drásticamente en los últimos años. No creo que a nadie se le escape que llevamos unos años en que la palabra crisis es omnipresente: económica, social, de valores, incluso de identidad del propio ser humano. Bienestar animal, malestar humano.

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